jueves, 19 de septiembre de 2013

Falta de sintonía

La universidad como institución de transmisión y producción de conocimientos siempre fue un elemento central  a la hora de pensar un proyecto de país. La formación de los universitarios está íntimamente ligada a la proyección de un modo de vida social, cultural, político y económico. Sin embargo,  hoy en día, en Argentina y Latinoamérica  se ven grandes desfasajes  entre la universidad  y su exterior, no sólo con respecto a los gobiernos progresistas de la región sino también con grandes capas de la sociedad.

Si bien  se pudo resolver el funcionamiento interno de las facultades a partir de la Reforma del  ´18, todavía no se ha logrado la conjunción entre los estudiantes y el pueblo, entre la producción de conocimiento y las necesidades diarias de la población.  En ese sentido, como afirma el sociólogo Juan Carlos Portantiero  en su libro Estudiantes y Política en América Latina, “la ideología de la reforma no pudo llevar, en los hechos, la crítica de la universidad mucho más allá del reclamo de una mayor democratización interna y de autonomía frente al estado. La universidad que la reforma podía auspiciar se limitaba a ser una ´isla democrática´”.

Deodoro Roca y la Federación Universitaria de Córdoba a través de logros como la docencia libre, las cátedras paralelas, los concursos públicos y el cogobierno ganaron su lucha contra la enseñanza clerical, enquistada en la Universidad de Córdoba. Hoy en día el enemigo es otro, pero igualmente aferrado a las estructuras universitarias: el neoliberalismo.

Cada tiempo político tuvo su idea de país y, con ello, su tipo de universidad. En la actualidad, los proyectos de naciones que buscan dejar atrás al neoliberalismo  en su dimensión económico-política, pero también cultural y educativa,  tienen dificultades para que su mensaje penetre en la mayoría de los estudiantes.  Así como la universidad de Córdoba de principios de siglo XX se puso en consonancia con hechos políticos como la Revolución Rusa, la Revolución Mexicana o el advenimiento democrático del radicalismo, las casas de altos estudios de hoy deben entrar en sintonía con los procesos latinoamericanistas que se esparcen por el continente.


El rol del universitario para construir una sociedad más justa, que acerque la universidad al pueblo, es fundamental. La juventud estudiantil debe ser la vanguardia que bregue por la igualdad.  Porque como dijo el recordado presidente chileno Salvador Allende, “para que termine esta realidad brutal que pesa sobre nosotros se requiere un profesional comprometido con el cambio social”.

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