Peronismo y kirchnerismo
El kirchnerismo como fuerza política surgida en 2003, que
todavía brega por crear una identidad propia, es sujeta, muchas veces, a una
inevitable comparación con el peronismo. Es una gran empresa comparar a
semejantes movimientos políticos, sobre todo cuando nadie todavía ha podido dar
en la tecla a la hora de definir al peronismo. Aun así, es indudable que si lo que se busca es
encontrar el rasgo identitario de lo “K” debe hacerse en la comparación con el
justicialismo. Diferencias y similitudes
se pugnan en un debate que se sabe casi infinito.
Las semejanzas, en un principio, están signadas en que tanto
Néstor Kirchner como Cristina Fernández adhirieron desde muy jóvenes a las
filas peronistas. Su ideario político se conformó en aquel peronismo combativo
de los setenta, que tantas veces han mencionado y recordado. Su participación
activa en el Partido Justicialista tiempo después marca que su búsqueda siempre
fue volver “al peronismo de Perón”.
Para hablar de similitudes entre los gobiernos peronistas y
kirchneristas la clave está en la construcción del Estado. Ambos procesos
políticos recurrieron a engrandecer el Estado, como regulador de las relaciones
políticas, económicas, sociales y culturales del país. En este sentido se ve
como estas presidencias tendieron a ser firmes interventoras de la economía,
donde el fomento estatal a la industria y la nacionalización de empresas de
servicios son dos ejes básicos. Sin el ensanchamiento de la administración
pública estos movimientos no serían lo que son;
el Estado como actor activo que se embarra en la política es la clave.
La configuración de clases en la Argentina también es un
punto crucial para trazar un paralelo entre Perón y los Kirchner. El apoyo en
los trabajadores, como una defensa de clase, es un símbolo de ambos mandatos.
El apoyo ideológico y electoral en la clase obrera obedece también al
enfrentamiento contra las clases dominantes representadas por las
corporaciones, la oligarquía terrateniente
y los variopintos partidos de la derecha liberal.
Para muchos Néstor y Cristina son los nuevos Perón y Evita |
Si bien ambos procesos políticos tienen muchas
coincidencias, también hay puntos remarcables que indican las diferencias
sustanciales. El más obvio, pero también el más determinante, es el contexto
histórico. El peronismo surgió en un mundo cambiante tras el fin de la Segunda
Guerra Mundial, donde Argentina tenía espacio para desarrollarse, sin la
dependencia externa. El peronismo fue eso: la creación y el crecimiento de lo
nacional. En cambio, el kirchnerismo nació empapado por la crisis del 2001 y
los desastres neoliberales, tanto de gobiernos dictatoriales como democráticos,
por lo que se vio obligado a reconstruir todo lo que se había tirado por la
borda. El kirchnerismo se caracterizó más por la restauración que por la
creación.
Otra gran disparidad entre ambos procesos tiene que ver con
la edificación de un movimiento cultural, más allá de lo político. Y aquí es un
término crucial. El 17 de octubre del 45
catapultó a la cultura popular argentina al centro de la escena pública. El
peronismo fue rupturista, centró a los “cabecitas negra” y a su cosmovisión en el centro de la discusión
nacional, que había estado cooptada por los sectores dominantes.
El
kirchnerismo, efectivamente, marcó una gran ruptura en lo político, pero no en
lo cultural. En el campo del ideario popular, lo “K” debe remitirse a al
peronismo como construcción del pensamiento obrero para definir su identidad.
Néstor y Cristina no lograron penetrar tanto en la cultura popular porque obviamente era un terreno que ya había
conquistado el peronismo.
La complejidad de sendos gobiernos son enormes y,
seguramente, la comparaciones son odiosas y arbitrarias, pero el ejercicio
de relacionar el uno con el otro es saludable para pensar y repensar la
historia y la política argentina. El debate puede ser eterno pero precisar
quién es quién ayuda a que las decisiones electorales en el futuro sean más
claras y sinceras. La relación entre la conformación y el desarrollo de las
grandes presidencias del país invitan a seguir pensando cómo se construye la
identidad del gobierno actual.
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