El Mayo Francés y la actualidad
política global
"Queremos las estructuras al
servicio del hombre y no al hombre al servicio de las estructuras, queremos tener el placer de vivir y nunca más
el mal de vivir", rezaban los jóvenes franceses de aquel tumultuoso
–y maravilloso- mayo del ’68, un hito de la historia moderna, que mostraría que
la conjunción obrero-estudiantil puede ser la vanguardia por las reivindicaciones
sociales. Hoy en día, más que nunca, vale retomar los preceptos arrojados por
aquellos hombres y mujeres para dar pelea a este nuevo gigante opresor: el neoliberalismo.
Las protestas y huelgas ocurridas en Francia
casi a finales de los sesenta marcaron, sin dudas, el inicio de una
contracultura política, que se oponía a la opresión despiadada del ya bien
entrado capitalismo. Aquellas movilizaciones señalaron la disconformidad de
grandes capas de la población al ideario moderno, del hombre consumidor, alienado
y que sólo “soporta” su vida. Dijeron basta a la explotación y pidieron por un
cambio radical. No sólo buscaban llevarse puesto al –des-gobierno de Charles de
Gaulle, sino generar una transformación profunda en las bases.
El Mayo Francés estuvo enmarcado en grandes
acontecimientos revolucionarios – o por lo menos antisistema- a lo largo de
todo el mundo. La revolución cubana del ’59, la guerra de Vietnam, la muerte
del Che Guevara, el hipismo, la liberación sexual y femenina, la creación el
ácido lisérgico, el rock, los movimientos pacifistas y ecologistas; en fin, un
sinnúmero de sucesos que ayudaban a la liberación de las conciencias que,
obviamente, traerían aparejadas nuevas demandas sociales.
En Argentina las ideas y acciones de la revuelta
francesa se verían plasmadas en el Cordobazo. El 29 de mayo de 1969 un gran movimiento de
protesta de obreros y estudiantes de la ciudad de Córdoba –una de las grandes
industriales del país- se enfrentó a la dictadura de Juan Carlos Onganía y
produjo su derrocamiento. Este hecho marco un antes y un después en la historia
política argentina, demostrando que el clasismo y el peronismo combativo que se
había formado en la proscripción podrían ser un factor importante en la lucha
contra el sistema.
El mundo ha cambiado mucho en estos casi 50 años
que separan aquellas gestas heroicas y anticapitalistas, sin embargo, muchas de
las demandas de aquel tiempo siguen siendo las mismas para la actualidad. La
explotación, la alienación, la pobreza, la desigualdad, la marginalidad, entre
otros, continúan siendo materias pendientes a resolver.
El neoliberalismo, como nuevo enemigo de los
sectores populares, ha complejizado la lucha y ha ganado, hasta ahora, su
batalla cultural. La hegemonía del mercado financiero, el consumismo y la
desregulación estatal se han instaurado tan hondo en las costumbres que ya son
muy difíciles de extirpar.
El desafío es que los trabajadores y estudiantes
de la actualidad retomen las banderas del Mayo Francés –y las autóctonas del
Cordobazo- para combatir al neoliberalismo. Reemprender demandas históricas y
adaptarlas a los novedosos escenarios venideros es la tarea más importante de
cualquier militante político que bregue por los más vulnerables. No obstante,
el paso adelante que urge darse es el de darle la organicidad, la dirección de
la que careció el Mayo Francés.
En un mundo complejo como el de hoy día, donde
el mercado financiero es el gran mandamás, la lucha contra el capitalismo
despiadado y las reivindicaciones por los derechos sociales, laborales y
culturales son los estandartes que deben regir a hombres y mujeres que quieran
lograr la equidad y la inclusión. Porque como dijo Jean Paul Sartre, uno de los
intelectuales del ´68: ‘’Un hombre no es otra cosa que lo que hace de sí
mismo”.
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