martes, 18 de octubre de 2011

La ambición y la ignorancia son las armas de destrucción masiva

  "La guerra es el arte de destruir hombres, la política es el arte de engañarlos", explicó el filósofo Jean Le Rond D´Alambert a mediados del siglo XVI. Todo un visionario, si se piensa como en la Guerra de Irak se cumplió a ultranza su premisa, tal como lo muestra el documental Control Room, del director egipcio Jehane Noujaim. Allí, en ese conflicto, no sólo hubo bombas cayendo y soldados enfrentándose entre sí, sino que hubo centenas de miles de civiles irakíes  que murieron por la voluntad intempestiva de los poderosos estadounidenses, guiados por la ambición y la ignorancia.
   
Realmente tenía razón el pensador 300 años antes, sin siquiera imaginar que este hecho ocurriría. En esta contienda se vio claramente como la ciencia y la tecnología se combinaron para destruir hombres. Se calcula que entre 150 mil y un millón de personas murieron. Pero no sólo se asesinaba, sino que a la vez el gobierno de George W. Bush engañaba. Vendió que la guerra era para "liberar al pueblo iraquí"  e instauró ese pensamiento en la sociedad norteamericana, única capaz de deslegitimar el conflicto. 
  
 Asimismo en su discurso del Comienzo de la Operación Libertad Iraquí, del 22 de marzo de 2003,  anunció que iban a "desarmar a Irak de armas de destrucción masiva, para terminar con el apoyo de Saddam Hussein al terrorismo", cuando hasta el día de hoy ese armamento no se ha encontrado en el país árabe. De igual modo,  Hussein  no tenía contacto con Al  Qaeda, tal como lo comprobó el FBI luego del interrogatorio a Tarik Asis, representante oficial iraquí en el extranjero y Ministro del Exteriores. Es más, el dictador  detestaba a Bin Laden y sus compañeros.
   
Más allá de los datos duros de la guerra, esta contienda fue el punto culmine de  la  opulencia  que Estados Unidos venía mostrando desde el fin de la Guerra Fría. El país americano  exhibió su poder al mundo -desatendiendo las órdenes del Consejo de Seguridad de la ONU- y  enseño que su ambición puede más que cualquier otra voluntad para ir en busca del único objetivo de la invasión: el  petróleo.
   
Estados Unidos tomó una causa justa- la libertad y la democracia- pero  con fines impuros. Hoy, ya anunciada la retirada final hasta diciembre, muchas voces dicen que dejarían 3 mil soldados. Aunque,  por las dudas, controlan todas las petroleras e  hicieron una embajada como un castillo.   A Irak,  su "liberación", le costó muchísimas vidas y es ahí lo deleznable del asunto.  Los "yankis", por su parte, hicieron algo muy difícil: convertir la vida de los iraquíes  más miserable que cuando estaba el dictador.

lunes, 17 de octubre de 2011

El Peronismo: ¿Todo o nada?

Hoy, 17 de octubre, todos los argentinos sabemos que ocurre: el día de la lealtad peronista. Pero, como tantas otras fechas, no sabemos bien qué es, por qué se festeja, quiénes la festejan. La razón de tal complicación es que no sabemos bien qué es el peronismo, no sabemos cuál es el exponente máximo de esa fuerza política, ni dónde está. Si dos personajes políticos antagónicos, con diferentes planes de gobierno, se autodenominan "peronistas" ¿a quién debemos creerle? Es un concepto tan amplio que a la vez que dice todo no dice nada. Todo puede ser peronista, y a la vez nada puede serlo. ¿Qué es lo único que sabemos del peronismo?  Que significa poder, que significa hoy en la argentina el medio por el cual obtener el poder. Significa ese cartel que varios políticos cuelgan en su frente para conseguir votos, usufructuando un imaginario colectivo instalado hace ya varias décadas que nadie sabe bien qué representa.

El peronismo se puede definir como contradicción, como conflicto, en la más filósofica de las acepciones. Es que es realmente un concepto tan ambigüo que puede tener dos vertientes tan disímiles en sus concepciones pero a la vez sentirse parte de un mismo ideario político. ¿Cómo puede ser que "la derecha" y "la izquierda" puedan convivir en un mismo partido? Muchos peronistas de distinto pelaje dirán: "Es un movimiento amplio", pero al ser un "movimiento" tan vasto pierde su real significado. Si quiere decir todo no quiere decir nada.

¿Cómo puede ser que el líder del partido, Juan Domingo Perón, haya integrado un golpe de estado en el ´43 y mantuviera ideas fascistas y, a la vez, haya hecho escuelas y hospitales como nunca en la historia? ¿Cómo puede ser que a la vez que cooptaba medios de comunicación mejoraba la situación de los trabajadores? Y así se suceden miles y miles de contradicciones dentro de un partido que la única idea base es "la justicia social", pero la realización varía según la conveniencia coyuntural, es decir, que  puede hacerlo desde  un gobierno autoritario, o uno democrático, o un gobierno de izquierda, o  uno de derecha, o uno populista, o uno neoliberal.

Podría escribir hojas y hojas de qué es y qué no es el peronismo y así lo han hecho muchísimo autores. Pero lo que quiero recalcar es cómo ciertos personajes políticos se aprovechan de aquella vana idea que tenemos todos en el  imaginario para usarla como si ellos fueran parte de ella. Quiero decir, todos tenemos instalados el mito de que "el peronismo es el único que puede gobernar", entonces muchos políticos aprovechan ese "saber" popular para ponerse el mote de peronistas y de ahí intentar ganar elecciones. Pero a la vez, esa concepción vaga que tenemos del justicialismo no quiere decir nada, no refiere a nada concreto, a nada palpable. O, si se quiere ser optimista, a todo.

sábado, 8 de octubre de 2011

La manzanita puso en evidencia la lógica

La muerte y  la posterior glorificación del CEO de Apple, Steve Jobs, puso otra vez en evidencia cómo ha sido trastocada la lógica con que los seres humanos nos pensamos a nosotros mismos. Deberia corregirme y decir: como ciertas personas crearon el sistema para que nos pensáramos así a nosotros mismos. Los valores, los ideales y el compromiso social han sido transformados, llevados a una banalización  que cada día crece  más, y que ya llega al punto de la sinrazón. Hemos burocratizado hasta las “revoluciones”.

Nadie niega que el creador del Ipod, Iphone y Ipad haya sido un gran tipo al cual hay que reconocerle su don de gente. Eso lo sabrán las personas que realmente lo conocen. Lo que hay que analizar detrás de toda esta parafernalia de la beatificación de un empresario  de informática es cómo se intenta glorificar su aporte a la sociedad. Yo creía que las personas que aportaban innovación tecnológica,  eran eso: innovadores, no mucho más. Pensaba que la cualidad de “genio” o “revolucionario” se les daba a los personajes más influyentes, a los que hicieron algo por cambiar el injusto mundo, o los que por lo menos, sin importarles el porvenir, lo intentaron. No, ahora una persona destacada es quien hace que un grupo selecto de personas pueda utilizar aparatos lindos y útiles para escuchar música, hablar por teléfono y navegar por internet.

El punto de la cuestión es que mientras Steve Jobs es venerado por miles tras su muerte, personas que realmente idearon cambios significativos en la sociedad, para hacerla más inclusiva e  igualitaria, son olvidados. Tendríamos que prenderle velas y hacer fuerza por aquellos que pidieron y siguen pidiendo democracia en el mundo, tendríamos que venerar a aquellos que han dado su vida por la paz, tendríamos que ponernos del lado de los que piden que las cosas cambien, que sean mejor.

La lógica del capitalismo posmoderno y la sociedad de consumo es ésta. Beatificar a un empresario que innovo en tecnología mientras miramos con miedo –y a veces con repudio- a jóvenes chilenos que piden educación pública, o a militantes árabes que piden que caigan las dictaduras,  o, inclusive, a campantes estadounidenses que piden que Wall Street acabe con sus maniobras perversas en la economía.

Las ideas se han erigido con una banalización cada vez más creciente –y no sin un propósito- por los líderes mundiales que manejan la economía y el sistema, al punto en que no podemos pensar otra que las estúpidas ideas que reproducen los medios de comunicación. Y esto no fue sin querer, todo estuvo pensando. Sería ingenuo creer que todos pensamos, vivimos y actuamos en una lógica que de casualidad ayuda a que las cosas se mantengan así de desiguales, donde la riqueza va para unos pocos y otros muchos son olvidados. No por nada sabemos más de Bill Gates o Steve Jobs, que de Mahatma Ghandi o Martin Luther King.

viernes, 7 de octubre de 2011

Los olvidados en el mundo

En un mundo tan cruel como el de hoy, ellos son la última prioridad, son los olvidados, son a quienes se les esquiva y se les corre la cara. Y, si se los mira, es una mirada de desaprobación y rechazo. Los refugiados ocupan ese lugar en el que nadie quiere estar.  Desterrados, se ven obligados a partir en busca de un destino muchas veces desconocido, hacia un nuevo país en el que la vida no promete nada bueno.


Aunque están protegidos por la Convención de 1951 de la ONU, los refugiados cada vez son más – hasta ahora 10,55 millones-  y en peores condiciones, azotados hoy por la dura crisis económica. “Tenemos que atender situaciones más complejas con pocos recursos”, asegura Juan Pablo Terminello, consultor del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) en Argentina.

La mayoría provienen de Afganistán e Irak, a causa de las guerras. Y hoy en día también se ve muy en aumento la cantidad de desterrados en el Norte de África, expulsados por las revoluciones de la “Primavera Árabe”. Asimismo, el cambio climático y los desastres naturales ya hicieron movilizar a 43 millones de personas, que se encuentran desprotegidas ya que estas causas no entran en la condición de “refugiado” para la ONU.


El rol central en este problema lo llevan los Estados, aunque algunos han decidido darle la espalda a la situación.  El presidente  francés, Nicolás Sarkozy, no permitió el acceso de refugiados libios a su país. Luego, impidió que un tren proveniente de Italia con exiliados de Túnez  llegara a París, alegando que habría problemas “de orden público”. Inclusive, Berlusconi, mandatario de Italia, bromeó acerca del  tema: “He comprado barcos pesqueros para que no puedan ser utilizados para el éxodo de tunecinos”.  En España, de las 8 mil personas que solicitaron el derecho de asilo el año pasado fueron rechazadas casi 6.800, según datos del ACNUR. Sin embargo, paradojalmente,  cuatro de cada cinco refugiados vive en países en vías de desarrollo.
“Las políticas restrictivas son una contradicción en la cultura global”, asegura la socióloga especialista en migraciones, Gladys Baer, y explica que esos estados europeos “sienten a los migrantes como una amenaza para sus propias sociedades y así aplican estas medidas”. Para Terminello, estos gobiernos “tienen que relajar y permitir el ingreso”. María Susana Guasti, Coordinadora General  de la SENNAF, del Ministerio de Desarrollo Social, es aún más enérgica: “Son políticas discriminatorias, son terribles”. En cambio, Valeria Allo, jefa del Área de Capacitación y oficial de Elegibilidad de la Comisión Nacional de Refugiados,  relativiza el tema y asegura que estas administraciones “sólo tienen intereses nacionales distintos, objetivos distintos”.

Además de soportar la indiferencia de los Estados, los expatriados muchas veces deben lidiar con el repudio de la gente. “En las etapas de crisis y recesión económica en la sociedad suele aflorar el rechazo”, afirma Baer. Allo, por su parte, advierte que las acciones discriminatorias “son posiciones que tienen base en la desinformación, en la ignorancia”. Por el contrario, Ana María Cortés, Coordinadora área Mercosur y asuntos internacionales del Ministerio de Desarrollo Social, señala que “cada caso es diferente”, ya que hay refugiados que logran adaptarse muy bien. Baer, por su parte,  esperanzada concluye: “Es importante que contribuyamos a la integración y a no separarlos”.


Los gobiernos deben comenzar a hacerse cargo de los problemas y dejar de mirar hacia el costado, ya que como asegura Terminello, “hay un llamamiento constante desde la ACNUR a los Estados del mundo para que recuerden lo que se han comprometido con respecto a los refugiados”. Igualmente, es hora de comprender que los desterrados son parte de todos  y  que su aceptación es en beneficio de toda la gente  ya que, tal como Guasti expresa, los refugiados  “contribuyen a una sociedad más abierta y más inclusiva”.